Setenta Y Un Años Justos la nueva novela del escritor español Romeo Aischa

Por: Romeo Aischa

¿Qué es Setenta y un años justos? Es una novela escrita, editada y publicada independientemente, fruto del trabajo ininterrumpido de seis años. Para producirla traduje todo el latín arcaico remanente y aparece de una u otra forma en el texto. La narración incluye las mejores fuentes de la antigüedad, las tres tendencias principales (historiografía, analítica y anticuarismo), las mejores teorías de los historiadores modernos y toda una serie de personajes, de los cuales ninguno es ficticio.

Como lector siempre me desagradaron las que introducen un falso guerrero o una pareja de enamorados para dinamizar. Aquí todos los personajes existieron de verdad, solo sus personalidades son ficticias, aunque probables. El manejo de las fuentes fue diferente en cada caso, por ejemplo Varrón era muy detallista y por tanto son los detalles los que se pueden dar por válidos. Livio se inventaba casi todo, excepto los nombres (de batallas, lugares y sobretodo personas, que dan mucha información), así que la etimología es lo útil en su caso.

Al final, tratando cada dato (escasísimos pero suficientes en conjunto) de manera apropiada surge una historia verosímil y probablemente muy similar a lo que ocurrió realmente. Y lo que ocurrió es uno de esos poquísimos saltos evolutivos que ha dado la humanidad en su breve civilización. Podría decirse que son cuatro o cinco, Mesopotamia (quizás), Egipto (seguro, aunque lo desconocemos por completo), la república romana (de la que trata este libro), España (la modernidad con los reyes católicos) y Estados Unidos (contemporánea, gracias a los padres fundadores).

Romeo Aischa es el pseudónimo- en un homenaje póstumo a sus queridísimas abuelas y can – de un entusiasta de la república romana y del propio concepto republicano.

Lo que hace único a este periodo es que es el más antiguo de estos saltos al que podemos (apenas) remontarnos. Como en los demás, primero vinieron las ideas y luego llegaron los éxitos. En esos setenta y un años justos, exactos y de justicia, se creó el sistema que evolucionó hasta el nuestro (renaceres). Comprende desde la revolución contra el último rey de Roma hasta la fundación de la última institución o magistratura importante, encargada de alimentar a toda la población.

También es una época muy primitiva y vital, con gran dramatismo originado por la brutalidad sexual, la violencia de las batallas, los suicidios y eutanasias, las ejecuciones… La calidad de la información es superior a la de los libros de historia y sin embargo, se lee con la ligereza de una novela. Eso sí, cuando se relee alguna de sus secciones se descubre que esconden más que lo que parece a simple vista. Es un contenido de primer orden que no está reunido en ninguna otra obra.

Es educativa en tres ámbitos, lingüístico (gramaticalmente impecable, riqueza léxica y lirismo), intelectual (calidad del contenido, línea de pensamiento e ideas) y ético (definición del bien y el mal en las actitudes de los personajes y el desarrollo social). Además, por momentos es muy humorística. Otra cosa que no me gusta nada de la literatura al uso, es la falsedad de los diálogos.

En mi obra todos los diálogos son verosímiles y es el aspecto en el que más destaco, sin abusar de él. La ausencia de escritos sobre la época y el estar disgustado con la literatura actual me movieron a escribir esta novela, poco apta para quien espera leer más de lo mismo. Lo que he escrito rompe con toda la tendencia actual, especialmente en tres puntos, algunos ya mencionados de pasada: los diálogos, aparte de ser realistas, solo emplean los verbos (variados y precisos, que aportan significado) y las alusiones imprescindibles, llevado al extremo hacia el final del libro.

El segundo punto es la veracidad de la historia, hay muchísima investigación y mucho darle vueltas a todo lo que conforma el libro para que las piezas encajen entre sí con una lógica interna incontestable, de forma que, casi místicamente, opino que me he acercado más a la realidad que ningún otro, que la historia que cuento se parece muchísimo a lo que ocurrió.

El tercer punto es consecuencia de la rebelión contra algo más que rechazo de las novelas vulgares, el que sean empalagosas, demasiado mascadas, editadas en serie. Yo hay dos cosas que no he sacrificado en ningún momento, el ya mencionado contenido (desde el arqueológico hasta el filosófico) y el ritmo o tono, cada capítulo tiene por así decirlo su color, nada es irrelevante, se puede leer ágilmente pero no pasar páginas por pasar, el lector no se puede acostumbrar del todo al estilo, porque se van añadiendo recursos literarios, matices… conforme la historia avanza y diversas complejidades debidas a la propia diversidad de los acontecimientos que se van sucediendo.

Esta es mi revolución por una literatura diferente que creo que muchos lectores sabrán apreciar. Si a ello le añadimos una historia a todas luces relevante y original por lo escasamente tratada y un estilo narrativo que engancha, tenemos este libro de primera línea, que recomiendo se lea con interés.